Por: Hernán Santiago

Coahuila es considerado el último bastión del PRI en México, posee una organizada estructura electoral para sus distintas operaciones políticas y emplea un método que le ha permitido mantener el control político por casi cien años. Además, hace uso del recurso público para la compra de votos y pagar a los medios de comunicación para sus intereses mezquinos.

El método utilizado se basa en el uso excesivo del recurso público para mantener una estructura partidista vertical, de operación política encabezada por una figura concreta denominada “lideresa” (mujer que coordina las actividades del partido en una manzana o sección), quien es la encargada de repartir dadivas a cambio del voto, sacando provecho con la necesidad de la ciudadanía, el sello característico del Partido Revolucionario Institucional. Dentro de esta jerarquía organizacional, por encima de la lideresa, se encuentra un líder de colonia, escalando hacia el líder seccional, extendiéndose por un líder distrital (en la mayoría de los casos, funcionarios o diputados locales y/o federales) y finalizando con un comité municipal del partido.

Este método de operación, aunque ya se trabajaba desde los años 80, con el tiempo se perfeccionó y fue implementado con eficacia en procesos electorales conocidos como “elecciones huérfanas”, por no estar acompañadas por elecciones federales (Presidente, Senador y Diputados federales). En 2005, su experimento político fue la renovación del Congreso del Estado (periodo de tres años) y la gubernatura (periodo de seis años), y tuvo como resultado la mayor participación votantes en toda la historia, 52 por ciento del padrón de electores. Estos comicios aislados le han permitido al PRI seguir vivo en el territorio coahuilense, como el pasado el 18 de octubre, donde se llevó carro completo ganando los 16 distritos locales del estado con un 49.31% de los votos, una elección atípica en medio de una pandemia y con poca participación, 39.38% de la lista nominal.

La apatía y el desinterés por el quehacer político en la mayor parte de la población coahuilense han sido determinantes para que el PRI arrase en los procesos electorales, aunado a la falta de trabajo de Morena en territorio para posicionar al partido, promover los logros de la Cuarta Transformación y organizar a la militancia y simpatizantes. En los últimos comicios, el PRI supo aprovechar la coyuntura interna de Morena por la dirigencia nacional, que se reflejó en desorganización y ausencia del partido, de sus candidatos, y de una estructura electoral para la promoción y defensa del voto, escenario ideal para que el partido en el poder recurriera por enésima ocasión (muy a su estilo) al acarreo y la compra de votos.

Otro factor que ha permitido legitimar la dictadura en Coahuila son los medios de comunicación, quienes a través de publicidad y notas locales promueven y promocionan a Miguel Ángel Riquelme Solís como un magnifico y formidable gobernante. Sin embargo, todos estos elogios le cuestan a los coahuilenses 400 mil pesos diarios para posicionar la imagen del gobernador. 

Al igual que Riquelme Solís, Manolo Jiménez Salinas, alcalde de Saltillo, despilfarra el dinero de los saltillenses a diestra y siniestra: tan solo en 2020 gasto 286 millones de pesos en publicidad y eventos. Es un personaje que se ha caracterizado por ser ajeno a la realidad que viven los saltillenses. En Navidad, mientras muchos atravesaban por la crisis derivada de la pandemia, repartió entre la ciudadanía un presente que incluía una carta y tres galletas: frivolidad y miseria en su máxima expresión. En junio del año pasado, con el fin de resaltar su trabajo, pagó a la revista Forbes México un artículo donde presumía el combate a covid-19 por su administración. En un inicio se hizo creer a los saltillenses que el artículo había sido publicado por iniciativa de Forbes, sin embargo se trató de la compra de un espacio para publicitar la imagen del edil, la cual tuvo un costo de 70 mil pesos. 

En el pasado proceso electoral, a través de las redes sociales del ayuntamiento de Saltillo, se hacían publicaciones a favor de los candidatos del PRI, mismas que fueron eliminadas de inmediato. Lo que deja en evidencia que desde la administración local se financian las campañas de este partido. Además está el uso y posible financiamiento de bots que inflan las cuentas oficiales de Manolo Jiménez, Miguel Ángel Riquelme Solis y otros personajes siniestros que esperan en la fila de para el enriquecimiento ilícito y la corrupción, y que, al hacer crítica de su trabajo, lejos de generar debate, realizan ataques sistemáticos de odio contra quienes apoyamos al gobierno de la 4T. 

Coahuila es ejemplo de como el PRI hace de la política algo corriente y vulgar, de cómo se ganan elecciones comprando votos, entregando dadivas y lucrando con la necesidad de la gente; de como la información tiene precio y se manipula al antojo de unos cuantos, de cómo el recurso publico sirve para comprar voluntades. 

En definitiva, el partido en el poder es sinónimo de corrupción, cacicazgo, precariedad, afán de lucro y de dictadura. 

2021 es un buen año para darle un golpe duro a la tiranía y la corrupción en Coahuila. Citando al compañero presidente: la fórmula es luchar, resistir, no claudicar, avanza, caer y levantarse; recomenzar y así hasta la victoria final. 

FUENTE: El Soberano https://elsoberano.mx/plumas-patrioticas/coahuila-el-pri-y-su-forma-vulgar-de-hacer-politica?fbclid=IwAR0lyaiBN2WfV80ICkLg0gvYrmOtyRIeuaiBGMQXOTIYDlGduJzEDB8V8Ok